¿Cómo se lleva usted con el fracaso? Yo bien, gracias. Este bien podría ser el título de una conferencia donde muchas personas se sentirían identificadas, yo la primera.
Al fracaso se llega de muchas maneras. Unas veces porque llevas una vida donde alternas éxitos y fracasos. Otras veces, después de ir de fracaso en fracaso, la vida se endereza. Y otras veces el fracaso irrumpe en una vida que hasta ese momento era un oasis. En cualquiera de los casos, siempre hay una primera vez para el fracaso: el primer tortazo. Sea como fuere como llega el fracaso a nuestra vida, la clave está en el conocimiento: primero de uno mismo y después de eso que llamamos fracaso, porque realmente ¿qué es un fracaso? ¿se puede definir fácilmente?
Por mi experiencia, creo que tendemos a dividir los fracasos en dos: personales y profesionales. Se me antoja que esta división la hacemos sin darnos cuenta, asimilando que el fracaso personal depende mucho de nosotros al contrario del fracaso profesional que lo relacionamos más con causas externas. Me parece más adecuado entender esta división porque las personas básicamente dividimos nuestra vida en dos: la personal y la profesional, incluyendo en la parte personal de todo un poco como salud, familia, amigos, crecimiento interior, etc.
Una definición de fracaso podría ser aquella situación por la que pasamos y que no estaba en los primeros puestos de nuestros planes. Cualquier persona que haya pasado por un divorcio ha tenido la sensación de fracaso. En la vida profesional, un fracaso puede ser tener que cerrar un negocio en el que crees, quedarte sin empleo y no encontrar otro o estar en un trabajo en el que te sientes “desaprovechado”.
Una servidora sintió el fracaso por primera vez en bachillerato, cuando después de una vida escolar de buenas notas con poco esfuerzo, suspendí una asignatura… y eso me hizo ponerme las pilas, lo que reforzó la teoría del profesor de aquel momento: «te suspendo para que no te relajes». Y aquí podría extenderme mucho con mis propios niveles de auto-exigencia y sus causas, pero la mayoría ya conocemos este capítulo de nuestra personalidad. Y a partir de ese momento vinieron otros, algunos no llegan a la categoría de fracaso vistos con los ojos de hoy y otros fracasos más actuales vistos con los ojos del ayer me hubieran parecido el fin. A veces lo que parece un fracaso no es más que impulso para cambiar las cosas a mejor, impulso que de otro modo no hubiéramos notado. En este sentido, el otro día leí a alguien que decía algo así como “gracias a los que, pudiendo, no me ayudaron, porque me dieron la fuerza para seguir”
El paso del tiempo, la experiencia y la propia existencia consiguen que, a más edad, mejor relación con el fracaso. Cuando somos jóvenes, tenemos prisa. Cuando ya no somos tan jóvenes, sabemos que el tiempo es oro y planteamos las situaciones en otros términos como ¿me importará esto el año que viene o dentro de tres o cinco años?
Llega un momento en la vida en el que todos nos damos cuenta de que los éxitos y los fracasos no lo son tanto, son simplemente etapas y aprendizajes. Las etapas de la vida, los aprendizajes, vivencias y experiencias son únicamente nuestros y son nuestras decisiones las que nos empujan a intentar cambiar nuestro presente: seguir buscando trabajo aunque te rechacen una y otra vez, seguir buscando clientes aunque tu negocio no parezca importarle a nadie, encontrar pareja, o dejarla definitivamente, cambiar de trabajo, de lugar de residencia…
Inevitablemente, el tópico aparece si estos esfuerzos son en vano, si no se consigue lo que se pretende: “al menos lo intentaste”. Aquí lo importante es qué camino estás andando para que dentro de un tiempo, lo que hoy parece un fracaso monumental, no sea más el paso previo para estar después donde tenías planeado, ya sea en lo personal o en lo profesional. No nos engañemos, según la persona y sus circunstancias, el camino puede ser largo y llevarnos años. Es posible que en ese caso perdamos la motivación y las ganas de seguir, pero creo que siempre es peor mirar atrás y lamentar no haber hecho nada.
En resumen, éxito y fracaso son el resultado de evaluar con la ayuda del paso del tiempo, situaciones que supusieron un valioso aprendizaje. Sin estas situaciones, no sabríamos con qué recursos propios contamos. No sabríamos tampoco los apoyos reales que tenemos como amigos y familia. Y aunque el derecho a pataleta lo tenemos, lo mejor es no enredarse mucho en ella sino salir a andar el camino, y mirar atrás para observar de lo que somos capaces, nada más y nada menos que para intentar superar las adversidades.
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